Gabobar

Lejana infancia

El mundo de los niños, que como adulto no comprendo,
nos alecciona en su inocencia una forma de vivir,
cuando al verlos en sus saltos y correteos entiendo
cuán lejos está mi alma de su transparente reír.

 

De esperanzas y de sueños, de sonrisas y de asombros,
de jugueteos traviesos, de pedir y cuestionar,
de sus ganas me contagio, ya les ofrezco mis hombros,
para el mundo que les demos tratarlo de mejorar.

 

En sus ojos ilusiones, en su dormir todo es paz,
en sus gritos la alegría, las fuerzas a derrochar,
cuando recreo mi infancia, que ya quedó tan atrás,
no puedo ver lo que en ellos es todo dicha sin par.

 

Ya recuerdo cuando niño los miedos y los terrores,
la presión de los deberes, tener que salir al mundo,
el espanto tan amigo de no salvar mis errores,
tempranero responsable, muy precoz meditabundo.

 

A mis hijos no legarles angustias, perturbaciones,
me propongo en mi experiencia no las tengan que tocar,
pero sabiendo que en el mundo acechan confrontaciones,
en un cristal transparente no los he de colocar.

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           (Copyright, Noviembre 2019)