Tú, que habitas de polizón
en mis recuerdos,
eres el agua que evita
incendios.
En cada intento de quebrar
mi corazón,
las lágrimas
me tornan tu ofensa.
Porque, el amor muere
pero en el alma,
no desaparece.
Aprendí del dolor,
a olvidar todo
lo maligno
que hubo en ti,
y logré sanar.