Flaco y esbelto tocando amor
como el silbido de un niño
Nunca supe si melancolía o felicidad
era lo que sentía.
Escuchar su corazón,
un mundo familiar pero desconocido
recuerdo hablar de él en una vida salada
que nunca viví.
Me enseño a ser luz,
buscar el sol y a apreciar la miel que deja en las ventanas,
me señalo la traición a ojo ciego
como una daga en la espalda.
En un febrero me hablo de la malicia
del diablo y de un afortunado viejo perro blanco
Ironía la mía que al haberlo escuchado
él ya se encontraba con las golondrinas
corriendo.
Lo vi borroso y nublado
como los tigres en la lluvia,
pero lo escuchaba como un ciego
frente al mar.