Una mañana, trás el triste entorno
de hombres que deambulan
por el apasionado circo de la vida,
Caminantes incesantes del tiempo...
La fresca fragancia del aroma del alma
se topó con la radiante luz
que embriaga al corazón desnudo del poeta,
que vive, sueña, ama y lucha
por su soledad interna;
cuál tesoro agorero de su espíritu
delirante mente frágil,
en su debilidad humana,
por su entrega incondicional,
Por su segundo retratado en el viento...
y en tus manos encontró calma,
paz y sociego mi alma.
Dime entonces: ¿Qué fuerza te embriagó y dominó
el ímpetu de tu apetito febril ?
Dime entonces ¿Por qué te alejas
de las horas venideras ?
¡ Por qué turbas hoy el aroma delicioso del tiempo !
De tu tiempo y de mi tiempo
que incesante grita al viento:
- un segundo más para tenerte,
- un segundo más para quererte ...
mientras, las horas van y vienen
Yo, continúo esperando, la dulce y tierna fragancia de tu alma ...
que escampada una mañana,
Se alejó y nos separó para siempre.