El humo baila por la habitación
sin nerviosismo...
Mares blancos en leve remolino,
en un vago giro...
Toda la noche con los ojos abiertos
envuelto en sus velos...
La búsqueda mental y yo,
imaginamos esperanzados, tu rostro claro...
Buscándoos en vano
cual pensamiento rápido pasando.
¡Omnipotente Dios!
Por edades y tiempos, protegiendo el cielo...
Y por fin, los ojos gloriosos,
en la visión blanca de mis álbos espacios...
Pero no puedo acercarme a ellos,
a través del punto cero.