Ausencia
Las fuerzas me fallaran cuando os tenga que decir,
sin querer haceros sufrir, que no contéis conmigo,
pues yo tendré que partir y unirme a otros amigos.
En esta ausencia forzosa a la que el tiempo me lleva
sin que yo pueda negarme, debo aceptar la partida
aunque os hierva la sangre.
No llorar mi larga ausencia, recordad lo que yo he sido,
más que un padre, vuestro amigo, con cariño y paciencia.
Por ello, seguiremos unidos aunque falte mi presencia.
Yo me voy a un mundo nuevo, para mi desconocido,
siendo un mundo tan real, como aquel donde he vivido.
Un mundo sin diferencias, sin envidias ni egoísmos,
sin riquezas ni pobrezas; cuando se abran las puertas
que nos dan paso a ese mundo, encontraremos silencio
y una negra oscuridad que nos ayudará a descansar,
por los siglos de los siglos.
El mundo que yo abandono, dejando en él a muchos
seres queridos, tiende a desaparecer, hay mucha dejadez
por los que gobiernan los destinos de este pequeño planeta,
sin buscarle solución a la gran fatalidad que llegará sin remedio
a toda la humanidad y a todos los que pueblan esta tierra.
Los mares están enfermos y sus selvas milenarias
andan desapareciendo por la mano de los hombres
con su malvado egoísmo, arrancando de la tierra
la vida de muchos siglos. Los bosques arden en llamas,
la tierra vomita fuego, la mar se traga a la gente, para ella
indiferente cuanto a su paso se encuentra.
Pero el hombre no se entera de lo que está sucediendo,
va perforando la tierra en busca del oro negro, convirtiéndolo
en monedas para pagar sus placeres que se dan en esta tierra.
Cuando llegue mi partida, arroparos en mi ausencia
lo mismo que antes lo hicisteis, estando en mi presencia.
Menesteo