Eterno naúfrago,
en un mundo que ignora sus vivencias,
y sólo le ofrece las miserias cotidianas,
y las oscuras aristas existenciales,
el holandés errante,
extrae de su interior,
los soles ocultos.
En Arlés
emergen luminosos,
rojos, verdes, naranjas
y azules.
Almendros en flor.
Amarillos y violetas.
La casa amarilla
cobija su genio.
Surgen \"Veleros en la Playa de Les Santes Maries\"
\"El Puente de Langlois en Arlés\"
\"El Sol del Sur\",
y borracho de luz,
\"El Domingo al anochecer,
cerca de Arlés\"
El ardor del sol,
está en sus obras.
Sus cuadros calientan,
entibian, entusiasman,
por sus ráfagas de vida.
Mientras su vida se extingue,
pierde su color,
sus cuadros viven,
ganan colores.
Brillan \"La Noche Estrellada\",
\"El Sembrador\"
y el \"Florero con Catorce Girasoles\"
En tanto el hálito de vida
del gran pintor se apaga,
en medio de las brumas difusas
de la locura,
su vida artística,
queda plasmada
en sus cuadros.