Larga noche apestada y sollozante,
El reloj se detiene desalmado,
Me arrebata ese sueño más preciado
Y me hunde en un mundo agonizante;
Soy un mono corsario, siempre errante,
En olas de un océano incrustado
En tierras muy lejanas, olvidado,
Do muere solitario el navegante
Que va en pos de un amor inencontrable
Un amor que es muy propio de un demente;
Claras lágrimas de un hombre inestable
Que deja la cordura siempre ausente,
Un llanto que es condena incontrolable
A causa de un amor siempre presente…