Guardián De Ángeles

Al amarte con vehemencia

Mi ser celestial, no estuve en tu caída
y me pesa, que en pleno vuelo descendiste,
y hoy es atroz la cuita que me asalta...
yo el guardián de tu ser, arremetí la fuga,
y no pude evitar que cayeras, cuánto lo siento,
no me perdono que mojaras tus mejillas
con el desconsuelo brotado de tus pupilas,
no estuve para darte horas de serenidad,
una vez más el agobio te ha puesto en postración,
te seguía en secreto, me mantuve distante,
y justo cuando quise dejarte caminar solitaria,
caíste cuando mi protección era indispensable;
siente la paz… más que nunca, en este momento
en que te acompaño con sigilo a cabalidad
para proseguir juntos rumbo a la eternidad.


Ámame, bello ser, en tus horas sin compañía,
ámame en tu lapsos de inmortalidad,
en tu mutismo, ámame con constancia,
en mi ausencia, de día y de noche,
en los cálidos versos de tu alma buena,
descongelando las aguas que te ahogan
dentro de la añoranza, el desasosiego y la angustia…
si las andanadas a tus pensamientos arriban,
cobíjate en mi amor imperecedero,
tú bien sabes, mi bien, que te amo,
que te recibo con férvido afán y efusión divina,
que esta forma de mi entrega es auténtica,
no temas, que mi alma junto a tu alma va,
disípate en los ósculos etéreos y sutiles
que fraguan nuestras fieles integridades,
y ámame, mi ser alado, en nuestras llamas
de amor desvanezcamos las oscuridades.


Me dejas amarte, perpetuando este día,
para posar mis labios con suavidad en tu mente,
y triplicar las sensaciones, con hierática audacia,
en tu ser que me ansía y que exalto con el brío
de mi centro al amarte con vehemencia,
me permites tocar en cada verso encendido
la piel de tu alma, para darte complacencia
y trocar, desde ya, el clima de tu álgida alcoba
en un lugar de fuego gratamente arrasador,
irrumpo en tus sueños para degustar el resabio
de los besos suscitados y tenerte en mi pecho,
para remontarnos a la pasión de mi tálamo,
como en las noches arcanas que nos entregamos devotos
a la adicción que nos llevó a probar de las mieles
del delirio, no obstante, mejor avancemos en el camino
que nos llevará a la máxima exaltación
y que hoy nos mantiene en la eterna conmoción.


No has engullido, mujer, mi total integridad,
ni has sentido mi piel sobre tu cuerpo terso,
pero has aprendido a amarme en cada cántico,
degustando del aroma de mi ímpetu
y en mi universo escondes tus mágicas sonrisas,
en mi cosmos -saturado de satélites estelares-,
haces resonar tus pulsaciones por los parajes
de mis galaxias donde tiernamente te trasladas;
todos mis puntos refulgentes yo te confiero,
ya que tu grácil éxtasis impregnas en mi ser,
dejando vestigios de tu esencia de mujer,
porque me amas y te amo.