Tuvimos un ayer lleno de sueños
y un millón de ilusiones y de encantos;
las fantasías de hadas en la infancia
nos avivaba alegrías y cantos.
La radiante y traviesa luz del sol
nos hacía saltar por todo el campo,
y en las tardes húmedas y nubladas
buscábamos ranas en cualquier charco.
Caminábamos por entre los faros
y explorábamos todos los caminos,
un gozo que nos dejaba extasiados
y así vivíamos un mundo abstracto.
Como crisálidas en frágil rama
por entre los árboles colgábamos
apreciando allí toda la montaña;
más nunca pensamos en un mañana.
Hugo Blair M.
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