Ella estaba ahí, con sus labios pintados
del mismo rojo de su sangre ,
con sus ojos del mismo color del amor.
Estaba ahí, con su lánguido y esbelto cuerpo de diosa,
consumida por la soledad, por la espera y la tristeza.
Estaba esperando el olvido, buscando en sus ilusiones
algo que le permitiera seguir soñando.
Ella estaba ahí, ahí, estaba yo.
Luz de Amanecer.