Cuando una nube rosada
forma un paisaje
paradisíaco,
con los cerezos en flor,
¡Llegó Sakura!
En la Ciudad medieval
del arte y de los templos,
la Ciudad de Nara,
los mansos ciervos,
están cobijados,
bajo los cerezos.
Un cuadro irreal
se forma,
en ese conjunto florido
de árboles y animales.
¡Naturaleza!
En mayo
no está el hombre.
No están las familias
disfrutando
del picnic o hanami
bajo los cerezos,
del Parque de la Ciudad.
Nara, otrora
Capital Imperial de Japón,
luce bucólica.
Un pintor renacentista
debería copiar
el paisaje natural.
Hoy lo pinta
la pandemia.
Hace renacer
la naturaleza
que muestra su rostro
brillante.