Se siente vacía, saturada
de cansancio,
atrapada en una mísera
equivocación.
Peregrina vagabunda en su casa
desolada.
Seductora fortuita de horas
que van muriendo;
estrangulando sus sentidos
como agujas que se clavan
lentamente por sus venas.
Como sogas que se enrollan
en el cuello para siempre.
Se siente sola y vacía,
desnuda de sentimientos.
Impostora para domar su sangría,
que la va debilitando desde
la aurora hasta que llega el ocaso.
Ya no tiene simpatía
y su risa ha desertado;
ya perdió toda empatía
cuando piensa que se diluye
en su insólito fracaso.
Artesana del destino,
de su silencio inestable.
De la ruleta agresiva, cruel,
de una vida torturada por
una historia sin causa.
En el crepúsculo absurdo
de su despertar infortunado
de olvidos y brusquedades...