Y entonces, lo comprendí, que si me iba bien en la realidad no podría tener mi fantasioso ideal. Mis visiones me abandonarian, ya no necesitaría de pequeños retratos temporales para llenar mi vida de sentido. Todo se iría, todo lo que he construido se acabaría. Esa es la razón por la que no puedo permitirme ser feliz en esta realidad. No es la vida, ni un dios o el destino quien ha forjado esta careta. Simplemente un hombre joven que se dio cuenta a tiempo que la verdadera felicidad yace en los sueños.