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**~Novela Corta - Las Amarras del Corazón - Parte X~**

Y el secreto de la pócima o del antídoto del brebaje, sólo y solamente lo sabía John. John era y tal vez, el que era el más inteligente porque crear una pócima sin antídoto no era de inteligencia autónoma. Y sin poder creer que el destino es así, como si estuviera socavando muy dentro del mismo coraje del corazón, o como el mismo cielo azul, si entre los dos, se debatió una sola espera como lo tan inesperado. En ver el deseo de sentir lo más sabiendo de la pócima secreta. Cuando por vez primera, sólo socavó muy adentro, lo que conlleva una dulce atracción en ver el silencio como la paz bendita. Cuando en el horizonte se perdió como se pierde el mismo deseo en la misma situación. Si fue como sublevar el alma, como la perdición de creer en el mismo abismo. Cuando en el instante se coció de desventura lo que dejó un silencio. Cuando en el alma se dió lo que más se dió en el camino. Si fue como abrir el abismo en un cielo sin sol. Y fue la pócima, la que le dió la espera como la esperanza si fue como abrir el paraíso en el mismo cielo. Cuando fue que el destino fue como el desierto y tan incierto como el pasar la página de un libro. Cuando ésto sucedió más y más, y si quedó el corazón en blanco. Si él, le tenía el desastre de una manera tan extraña de ver la mala situación, y de creer en el horizonte, cuando ocurrió ésto se enamoró de Ellence John. Cuando en el alma se río entre los dos. Cuando el instante se debió de amarrar a las amarras del corazón. Cuando se dió la sonrisa llena del enamoramiento frío y desolado, pero, de Joseph y no de John. Cuando se creó que la pócima se aferraba al momento ciego, cuando en el instante se debatió una sola espera. Si entre los dos, se aferró una osadía, como el haber podido amar, pero, con la pócima o el brebaje más real y verdadero. Cuando en el ocaso se dió una fuerza latente en que se dió el más vil de los siniestros. Cuando en el ingrato porvenir se encerró el paraíso, dentro de los mismos ojos. Cuando en el ambiente se dió lo que en crudo quedó el coraje en amar, una benda en los mismos ojos, porque ciegamente quedó enamorado Joseph de Ellence.

 

Continuará.........................................................