Trabajar en una funeraria No es motivo de alegría Se muere de noche y de día Triste es la tarea diaria Aquel empleado era fúnebre Porque solo hablaba de muertos Se consolaba visitando huertos Para no sentirse lúgubre Alguna vez entraba en la taberna Para tomarse un buen tinto Lo malo era que llegaba al quinto Entonces la bodega era una caverna Aquel hombre decía, viva la muerte Porque él de la parca era deudor Aunque también de la vida era amador Y confiaba al final en la buena suerte