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**~Novela Corta -Las Amarras del Corazón - Parte XI~**

Joseph, la tenía, a la pócima en su propia sangre, pues, con él hicieron la prueba. Ellence, resucita, pues su sangre, estaba en la sangre de Joseph, y la pócima, ¡ay, de la pócima!, ¡ay, de la vida misma!, cuando se obtuvo el antídoto, pero, Joseph, lo había tomado. Y se había curado de su mal incurable, pues, su enamoramiento se debió de creer que la pócima le hizo una efectividad del cien por ciento. Cuando Ellence, le agradó y mucho, pero, ésa pócima iba dirigida hacia John y no a Joseph. Cuando en el ámbito perfecto, se debió de alterar lo que más encrudece un sólo deseo en el corazón con las amarras del corazón, dispuestas a atrapar y a enredar lo que fuera. Si estaba dispuesto, a creer en la salvación, como que el instante fuera tan eterno. Como si fuera tan distante como la tierra del cielo, como del mar al horizonte, como de la tierra a la luna. Y el antídoto se mostró denso e infructuoso, pues, el delicado momento, se debió a que el desierto se enfrío de delirio y delirante y latente frío. Como que el desierto se identificó de un desafío inalterado e ineficaz como la misma situación en que se terminó todo. Como la más eficiente e inconcluso desafío dentro de la misma incógnita. Y se mostró desafiante y tenue cuando en el crudo desenlace se debió de alterar lo que más se identificó el instante. Y el secreto del antídoto quedó por siempre entre el desafío y la manera cruel de ver el cielo mismo. Cuando en el momento se debió de entregar el amor en cada intemperie del deseo ambigüo. Y todo porque el anhelado e inesperado sueño se debatía entre lo absurdo y el amor tan real como el haber sido demasiado el desafío en amar lo que más dejó, una pócima incierta que descifró todo el acometido en saber que el silencio fue autónomo en demasiada vil e irremediable dolor y todo porque no consiguió lo esperado y al secreto de la pócima. Y tan insegura como el haber podido descifrar el desenlace de luz, como por vez primera, se identificó el deseo de entregar el coraje de ver el cielo y la mismo tiempo de luz y de amor clandestino como el haber sido otorgado el amor entre aquella pócima del amor. Y se electrificó más y más, el azul del viento y del paraíso lleno de bondad, cuando en el tiempo se cruzó la manera mśs cruel de soportar el delirio en cada fe y en cada pulsada del mismo corazón, en favor de las amarras del corazón. Y supuso que el desafío fuera en verdad como el tráfico lleno de luces nuevas. Cuando se debatía a enfrentar el desamor, la pócima sin amor y sin fuerzas para luchar el verdadero amor. Cuando en el instante se aferró a amar lo que fue y lo que más pasó, cuando fingió el instante de amor por parte de John. Y Ellence, se debatía entre lo más absurdo de lo acometido, revivió su corazón con la sangre de Joseph, pues, Joseph, la poseía entera. Cuando entre la magia del universo y el amor y la pasión, se concentró en la conexión del terrible amor, cuando en el suburbio logró derribar el desenlace de ver el cielo de azul y no de gris. Y Joseph, pues, tenía la esencia y la presencia de Ellence en su propia sangre, cuando en el ámbito superficial se dió lo que más se electrificó. Cuando en el instante de dió lo que más se aferraba, un amor como el de Joseph y nadie más. Cuando en el paraje del amor, sólo se dió una cruel fantasía y fue la de amar sin amor a John. Huyendo del desamor sólo logró el cometido de aferrarse a un amor sin amor. Y dolió el instante cuando fue finalmente el que se dió lo que más se dió. Cuando sin sentir el desafío, sólo logró el final de un nuevo amor sin amor. Viviendo el frío, y soportando el calor, sin la ingrata ingratitud en descifrar lo que conllevó lo que más llevó, un amor sin pasión. Pero, fue la pócima más perfecta, recta y honesta de Ellence hacia su verdadero amor John. Pero, John supo que no hay ni existe pócima sin antídoto, cuando se aferró el amor en un vil desamor. 



Continuará……………………………………………………………………………………