Tu lejano recuerdo hálitos de alegría
trae a mi mente en las claras tardes primaverales,
como indelebles gotas de ámbar y rocío
que subliman el aroma de viejos rosales.
El risueño timbre de tu voz suena en mis oídos
a argentino canto de coros angelicales,
dulce melodía que hiere las ondas etéreas
y de gozo y dicha mi alma colma a raudales.
La dulce fragancia de tus adorados pétalos
de carmín entinta las esferas celestiales,
como un ancho mar de carmesíes amapolas
en un florido campo de dorados trigales.
Una mañana de la sonriente primavera,
cuando las flores exhalan brillos siderales,
la verde brisa de tus ojos besó mis labios
entre azuladas luces de irisados cristales.
En las alas del viento