Te he perdido en el tiempo, como
en una desconocida ciudad. No tengo
el hilo
para volver a recorrer el laberinto.
Estoy yo mismo extraviado. La noche
encoge sus metáforas, el día
menudea sus espejos
sin reverso.
Me alejo.
Me lleva una corriente de palabras.
Puedo medirla
solo con mis palabras.
Mis palabras son el tiempo.
El tiempo
es mi palabra enajenada.
Estoy perdido en el laberinto
de mi palabra enajenada.
Trazo
signos que apenas trazados flotan
lejos en la estela,
apareciendo
y desapareciendo.
A la deriva.