Qué lejos estás
cuando el día se hace noche
en mi cuarto menguante
y la descarnada soledad
se acuesta en mi cama
apoyando su cabeza en la almohada
mirándome con ojos vacíos
a lo profundo del alma.
Qué lejos estás
cuando la lluvia resbala por el cristal
mientras un café insípido,
se enfría en el vano de la ventana,
cansino día gris,
otoño, abril y tiempo.
Qué lejos estás
cuando el recuerdo golpea el pecho
y la piel tiene hambre
de tu caricia en el viento,
cuando la boca tiene sed
del licor de tus labios
y la miel de tu pecho.
Qué lejos estás
cuando te busco y no te encuentro,
cuando quiero morir
en tus brazos de nuevo;
que lejos estás
justo hoy,
que te hecho de menos.
-. PaR
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27052020