Desde su ventana sentía
el bullicio de la gente.
Dibujaba en su mente distraída
la silueta de aquella mujer,
que desde hacía días le tenía
confundido.
Cada atardecer desde su balcón
contemplaba la elegancia,
casi podía oler la fragancia
de aquella mujer,
que cada tarde paseaba por la
ancha acera
que tenía enfrente de la puerta de su hogar.
Se preguntaba ¿Cómo no la había
visto antes?.
¿Quién era?.
Su corazón revolucionado
por esta nueva situación,
se revolcaba a lo largo y ancho de su alma,
con una sensación que jamás había
experimentado.
¿Tal vez estaría enamorado?.
¿Le habría llegado la hora de la pasión?.
Todo eran conjeturas, visiones estrafalarias
en su mente de papel.
Pero quería saber el nombre de aquella
dama,
de aquella elegante princesa,
de aquella fémina hermosa,
que cada atardecer iluminaba su vista,
llenándolo
de un placer inusitado...