Amarte es la osadía que me irrumpe,
amarte más de lo que amo a la existencia en su opresión,
ser el guardián de tu alma, de tu corazón y de tu mente,
porque eres mi complemento y soy la otra parte que te redime;
ámame también como amas tu vida,
y se mi protectora, cuando soy como un cachorro
que en el amparo de la felina busca el gozo;
no huyas de mí, como lo hace el zorro,
seamos una unidad: dos almas en una llama,
prosiguiendo aunque nos aneguen las corrientes
que a nosotros se aliaron el sol y la luna;
en el trayecto hemos soslayado bajadas,
caudales y escollos y persistimos sin lesiones,
nuestros seres indemnemente persiguen lo mejor
en un mundo que se renovó, bajo las consagraciones
del orbe, celestialmente en el universo de nuestras pasiones.
Desde lugares difíciles de ubicar me remonté en pos de ti,
en mi búsqueda tuve revelaciones de tu persona,
eludí distancias y tiempos, nutriéndome de amor,
mas hallé en tu corazón la soberanía de la angustia,
hoy quiero trocar tu agobio en paz y dulzura,
para enardecer a tu ser con la vivacidad del fuego
desde mi alma que te ama, como nunca lo imaginaste,
con las llamas que no se extinguen y nos encienden,
enarbolándote a ti como mi amada y a mí como tu amado.
Te toco, te desgarro y te amo con mis dientes,
para transmutarte lentamente en pasión,
degustando yo del líquido en la pitanza de tu boca,
tenuemente, con atenciones, sutilezas y ternezas,
sujetándome de tu cabellera y deslizándome sobre tu faz,
para luego escalar tus cumbres y reposar en tu planicie,
y luego saciar dentro de tu refugio mi terquedad
y en nuestras dermis que se rozan con arrebato
voy a pintar nuestros nombres entrelazándolos,
tú bebiendo de mi pasión y yo probando de tu dulzura:
unificándonos como amantes eternizados.
Hemos tenido tempestades en el curso
de las estaciones que el sol propicia, por mis desatinos
intenté escabullirme, también tú en el acto…
los artefactos de nuestra morada saben que duras
fueron las borrascas, timoratamente parecíamos
amantes aún cuando tu amor sin condiciones conservó
la llama en tu alma, en nuestros encuentros
descubriste mis sortilegios y tu magia descubrí,
aún sigues siendo mía aunque la vida de ti me aleja,
ocasionalmente nos distraemos con otros amantes,
¡ay!, ser infantes sin serlos es una situación de gran dificultad,
los desvíos nos seducen y nos atosiga con sus males,
y aún en la intranquilidad de este revés desconcertantemente
nos inunda la paz de ser aún tú mi amada y yo tu amante.
Aspiro a tener siempre tu beso
y no fatalmente tu desdén para mi sensibilidad,
y aunque procures el resentimiento,
solamente el cariño que nazca en tu corazón,
prefiero dejar en ti la beldad de un recuerdo,
ya que en la descortesía de tu olvido no concuerdo.