Enredados mis dedos en su pelo
intentando en vano retenerle
la inocencia y la frescura de niña
mientras duerme mi hija, crece.
En silencio acaricio su mejilla
y la miro, y la miro profundamente,
tratando de grabar su rostro
hasta que mis ojos me duelen.
Briosa criatura de rosadas mejillas
Indómita belleza de inasible amor
Tan graciosa niña de sueños tiernos
-Que se cuide el viento, que seré tifón.