Cuando corras tras un sueño sé prudente, no vaya a ser que éste se detenga, y lo hagas añicos cuando choques con él. (Alejandro Díaz)
Maestra, maestra,
yo quiero que usted sepa
que una mirada cristalina
y una voz arrulladora
me entusiasman y me animan
a estar en clases a toda hora;
su dulzura conmovedora
y esos gestos bonitos,
junto a su andar exquisito
me han vuelto el alma soñadora…
¡Muchacho! Que osadía tan perturbadora
esa que alberga tu mente;
¡Que grosero!, ¡Que insolente!,
hablaré con la Directora…
El niño silencioso llora
por el castigo que se avecina,
y entonces con furia mira
a su maestra otra vez,
y le dijo con ironía fina:
Eso es con la interina
Que estuvo ayer por usted.