Despuntan sobre sus suelos rayos de luz reflejados.
¿Qué praderas tan largas habrán sido recorridas
por suaves yemas que siguen su camino
y no encuentran la infinitud?
Un paraíso donde otras almas viven
y pueden ver a gusto, sin embargo,
se escapa a mi mirada, aunque me pertenezca.
Pero son otros quienes ven la luz que allí rebota;
quienes disfrutan de recorrer sus caminos,
que han de ser largos y placenteros.
¿Por qué se me niega la dicha de aquella suavidad
si desde el inicio me prometieron que iba a ser mía?
Un campo de batalla donde todos son vencedores, hasta yo,
a pesar de que la única sangre derramada es la mía.