Al despuntar el alba se escabulle abajo,
de puntillas cautelosamente camina
para no perturbar el silencio,
ni despertar la casa adormecida
Ella sabe de memoria su rumba,
evitando contacto con la mesa y las sillas
por no ocasionar porcelana a caer
antes de llegar a la ventana
Con cuidado monta en el alféizar,
un lugar perfecto para ver por todo el jardín,
así se siente y espera su aparición,
las hadas vestidas de las estaciones
Temprano por la mañana en primavera
en el idioma de las hadas gorjean,
dentro del follaje en ciernes escondidas,
en timidez por su presencia
Mientras en días de verano alrededor vuelan,
sobre alas de gasa con pinceladas de color,
saludando la floración por doquier,
aceptando su oferta a saborear néctar dulce
Las tardes de otoño se le dan encantos
cuando con sus lámparas en oscuridad brillan
al viajar por los arbustos místicos
en busca de sus amores
Pero la belleza de esta mañana invernal
es la cascada plateada de una miríada de hadas
que suavemente hacia abajo flotan
para brindar a su jardín una alfombra cristalina.
Ella no ha contado a nadie sobre sus amigas,
las hadas
©®
El cuadro por propio pincel