Al parecer
ya nadie estornudaba en la cara
ni cagaba en los sets de televisión
en los estadios se quemaban cadáveres
y en las ciudades se alimentaban a los políticos
pedigüeños alcatraces
que forjan odios durante las caminatas a Siria
el odio de los ríos del silencio
el odio de la lluvia en los otoños
el odio de las miradas en la mesa de los almuerzos
el odio de las sonrisas torcidas de los ciudadanos del mundo
las cuchillas afiladas de los locutores de noticias
las empanadas con salsa de las vitrinas que sueñan con ser tallarines al pesto
las niñas vírgenes que sueñan ser desvirgadas por sus padres
y los niños -inocentes?- que sueñan penetrar a sus madres
y los tiranos que ya no saben que contaminar
que plan maléfico desplegar
que mente torturar
que quieren al mundo violar
y como no pueden, deben dejarse violar por el silencio
el silencio los descuartiza, los entierra en pozos de kilometros de profundidad
el silencio les enseña álgebra irracional
y los hace sudar y los para de cabeza
y los destruye y los deja siendo un insignificante átomo
ese mismo silencio que destruye el tiempo
destruye catedrales, discursos y poesías
que destruye vaginas, penes y labios
que destruye conversaciones e hipótesis
ese mismo silencio es el que encontramos
en el corazón de los agujeros negros