He sido tocada, manchada
con tinta indeleble,
meretriz barata.
Todos vienen,
dejan una huella en mí
y luego se van,
a veces vuelven
para percatarse de mi desgracia.
En ocasiones,
me visita un amante
que ama mis líneas,
me acaricia los renglones
y como todos, se va,
pero siempre vuelve,
impregna mi piel de cariño.
Cuando el caudal del río
se convierte en aguas diáfanas,
espero al poeta.