Ayer mientras dormía
emergió el olor de tu gemido,
el sudor de tu obscenidad
erigió el caudal
de mis venas carnívoras.
Y así, me adentré
a la adicción
de tu agria esencia,
que envenenó
mi boca de locura.
Mi lengua recorrió desde tu centro,
se gozó con la flacidez de tu matriz
y se encontró de repente
con tu cannabis,
que enredó mi gusto.
Mi argot se rebeló y apoderó
de la erección de tu campana,
la punta de mi espada fue el imán
entre mi sagaz lujuria
y tu violenta lascivia.
Mi aliento penetró como daga
la calidez de tu fuente,
devoró tus hojarascas,
aderezó las paredes
de tu erótico fandango.
De pronto, mi apetito se llenó
con la explosión ácida
de tu lluvia agresiva
y desperté inundado
por la polución de mis semillas.
© El Yarawix