Y se nos va el verano, llegando otro otoño con el nuevo año.
Se van los amores románticos, y queda el brillo de otros tantos;
¡que no son de un tipo de querer especial o descomunal!
Sino que sos vos, estrellita, que alguna vez iluminaste mi oscuridad.
¿Y si la amistad de eso se tratara? De ver por otros en su misma nada.
En ese vacío que parece desierto e inalcanzable, ver peces nadando en agitados mares;
o contar luciérnagas invisibles en un campito desbordante de pastizales.
Yo no sé qué es, pero, si de algo se tratara la amistad, sería simplemente de ver.
Y redescubrirse a uno por medio de lo que nos cuenta otro,
¿el \"otro\", aquel que no es mi consciencia llamándome \"loco\"?
¡Entonces cuando me predispongo y lo oigo, recuerdo quién soy yo;
pues alguien que va y viene con un hueco en el coco!
Y sí, eso me ocurre; soy alguien que se ve a sí mismo como un tonto,
¡hasta que llegan mis amigos gritándome que puedo ser tan feroz como un lobo;
profiriéndome que a veces así me comporto como un astuto zorro!
Luego, finalmente, vienen susurrándome, fríos como lagartos,
que a ellos deje de quererlos tanto, con un extraño cariño camuflado.
Y como saben que soy arriesgado, cuando el momento ha llegado,
se despiden de mí diciéndome, ya de mi presencia hartos:
\"ve con más cuidado, extraño pichón atolondrado\".