La vi atravesar la calle,
con elegancia y donaire,
cual mar ondulante su talle.
Su aroma cautiva en el aire.
La vi pasar extasiado,
no sé si me habrá visto,
y con el corazón agitado,
fingí no haberla visto.
Su efigie me quedó,
cual celestial espectro
toda mi alma se llevó
y ella me quedó dentro.
Y volví a la misma calle,
pero en opuesta esquina
a lo lejos divise su talle;
¡Oh! Figura tan divina.
Tornó el mágico extasío,
que a mirarla me impelía
mientras el corazón mío,
casi de mi pecho se salía.
Inmaculada escultura,
que quizás no merecía,
pero tampoco podía,
no apetecer su hechura.
Y adoré sin prejuicio,
su convexa orografía.
Autor: Víctor A. Arana.
(VÍCTOR SANTA ROSA)
Abril 24 del 2020.