Te me acercas y yo acaricio tu lomo,
me tiendes tu mano y yo te la recibo.
Te me entregas a mí como dócil doncella
que vuelve en realidad lo infinito del sueño.
Eres mi compañera y confidente,
porque, ¿quién más que tú abre el nocturno eco
y el alba festiva cuando se marcha el mundo?,
¿quién más que tú da forma a mi silencio?
Cuando tú ronroneas siento vibrar el cosmos,
el firmamento, lo que me da abrigo,
porque en esa garganta, que sube y baja, suena
el rito que me vuelve como un pájaro,
listo para caer en tu regazo blanco.
Y yo soy siempre aquella víctima de tus garras,
porque ante tus encantos de felina
soy solamente un ave que gira y que te quiere.