MaiOn

Pequeña artesana

Mis ojos se fijan en vos, pequeña artesana; que decifrás los secretos con la misma paciencia que por las noches contas gotas de rocío. 

Te observo, pero presumo más me observas tú, con esa apariencia omnipotente que aen tu andar. 

Me sientes, cazadora de sueños, tal vez como un viento indiferente a tu castillo de muros transparentes. 

Hija de Luna y Temor, ¿Quién más que ellos sería capaz de crear tal ser, capáz de deslumbrarme con tanto espanto?

No te juzgo, amada, porque sé que el poder del pavor con el que te imponés no es más que mi cobardía. 

Si supiese calmar mi temblor, aunque sea un minuto, en el seno de tu corazón encontraría los gritos sencillos del todo. 

Por eso te escondes en las ramas, para que las hojas te susurren ya risas olvidadas. 

O te vuelves pupila maligna y desapercibida en algún rinconsito, viendo pasar llantos y caricias, sin entenderlas jamás, 

En tu espalda guardas las intimidades más profundas.

Te deseo casi con un miedo ridículo.

Si tuviese el control de mi pálpito, te adormecería con el humo de mis letras, porque ésta es mi forma, mi esencia de desear lo que se aborrece. 

Porque me malaprendí  a amar llorando, a quererte con éste corazón extraño, a adorarte como santo, desde lejos y con sospecha. 

Y así, espero, artesana, a morir como muere mi mirada; enredada, atrapada en el auge de tu arte, adormecida en la violencia de tu beso. 

Lo espero y lo desprecio, con las mismas ansias con las que te observo.