Inmensas vegas,
polvorientas mesetas,
cuerdas de arena y tierra,
que tañen leñadores o serradores
de maleza. En tu aire inquieto,
y en tu viento ceniciento,
mi niñez, de cuerpo y alma,
se refleja. Broncíneos ángeles,
aturden con su inflamada laringe,
mientras sopla el poniente abrasador,
entre las vides soñolientas. Yo me quedo
observando, tu natural vida, tan dentro
de la mía. Frondas oscuras,
arándanos secos, o frutos
podridos y rodando por el suelo.
Inmensas vegas, polvorientas mesetas.
©