Yamel Murillo
ALTO RELIEVE
El escultor deja secar su obra.
Son minutos en unos pocos segundos los que puede tocar esa piel antes que deje de ser suya. Le da la forma que quiere, pero en realidad desearía que no tuviese textura alguna.
La tocó tanto y por tan poco,
que ese repujado
y la dolorosa sensación de las yemas arcillosas, tronarán cada vez
que un Sol cualquiera
refracte la sombra de sus senos
a lo largo de su bragadura.
Tu barro no tenía más dueño que a ti,
hasta la noche
que hiciste de él, a ella
(para otros ojos y otras manos),
a tu imagen y semejanza.
Yamel Murillo
Manual de oración
Anatema©
D.R. 2014