Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - La Virgen sin Velo - Parte III~**

Ella, no dijo nada, pues, su vergüenza, la había perdido por haber jugado un juego y no haber sabido las reglas. Cuando en el tiempo y en el ocaso frío, se desnudó de tiempo y de soles dando con sus rayos de sol a sus ojos de ternura y de amor y de pasión. Cuando terminó de hablar Fabio Cazuela, ella, sólo asintió con un beso, deseándole todo lo mejor del mundo. Y se fue por el acantilado, por la verja de cemento y cruzó hasta la hacienda dejando los arbustos cosechar de café, y mientras Fabio Cazuela, robó de la vendimia de su padre Don Gregorio. Y Fabio Cazuela, también cruzó por el acantilado y por la verja de cemento, encontrándose con Don Gregorio y el Capataz Santiago fiel y honesto y de la familia. No se dijo nada, sino que guardó bien lo hurtado de su propia cosecha. Cuando en el ambiente se dió lo que más se dió, como un terrible malestar, que Fabio caminó entre aquella maleza, hasta llegar a su choza. Cuando logró desparramar los granos de café, sólo sintió vergüenza. Sólo subió por el monte, y se sentó en una piedra, desnudando todo pensamiento. Y que amaba con todo su amor a Zoila de la Cruz, cuando en el alma se dió lo que más amaba a todo un corazón. Se llenó de ansiedades, y de nervios, cuando en el alma se dió lo que más dió, un amor total, cuando en el camino se amó lo que más encrudece, una pasión tan real y tan desnuda como el haber sido tan vibrante y tan ardiente como la de ellos dos. 

Y Doña Ramona y Don Gregorio, sólo querían casar a la única hija que Dios le había dado con Humberto de la Paz. Humberto de la Paz es el hijo del hacendado continuo que más cuerdas de finca de café tiene en Yauco. Es un muchacho inteligente, pues, sólo quería estudiar para ser doctor. Sólo Don Gregorio, quería que su hija se casara con él, para asegurar su finca en contra de la frontera entre las dos fincas. Sólo se lleva a acabo, lo que conlleva una dulce atracción, cuando en el ámbito del amor no era una verdad que sólo Zoila de la Cruz, sabía que en el amor se debía de acabar a favor del deseo que sentía por Fabio Cazuela. Cuando en el apreciado desenlace se debió de cruzar lo que más se debía de creer cuando en el corazón se sintió como el amor en cada pedazo al filo del mismo latido. Y era Zoila de la Cruz, la que quería y amaba a Fabio Cazuela aunque no fuera del mismo estatus social. Y Humberto de la Paz, era sólo eso “paz”, se decía ella, Zoila. Le inspiraba paz y ternura y con demasiada insistencia de que el amor no podía ser. Sólo le faltaba el amor tan real y verdadero, que en cada delirio se aferraba al deseo en amar a Fabio Cazuela. Cuando en el aire se identificó como el más terrible de los momentos. Y sus padres sólo querían que su hija única se casara con Humberto de la Paz y ella, Zoila de la Cruz, no quería ni deseaba eso. Cuando en el ocaso frío llegó Humberto de la Paz a pedir su mano a Don Gregorio. Y Humberto de la Paz contento por el cometido de su acción. Zoila de la Cruz, una niña ejemplar, pero, sin virginidad, si ella, esconde su virtud hasta el día de su casamiento. Y era Zoila de la Cruz, la que guardaba en ella todo su amor y toda su esencia, cuando en la presencia tenía todo lo que necesitaba. Cuando en la alborada se pintó de azul cuando el sol se enamoró del día, y quiso dibujar nubes claras en el mismo cielo. Cuando en el paraíso se hizo como nació el Edén de Dios en la mirada y en los ojos del hombre. Y Zoila de la Cruz lo sabía, pues, en la llamada del amor se dió lo que más cruzó en el camino una sola pasión en el corazón. Y era ella, Zoila de la Cruz, la que quiso ser a conciencia la que más buscaba el verdadero amor y en la esencia una virtud que le había dado a Fabio Cazuela entre aquellos arbustos del cafetal. Cuando en la manera de amar sólo logró lo que buscaba en la penumbra una sombra en la soledad, que sólo le daba a ella, una cruel manera de poder vivir bien o mal, pero, sin él, sin Fabio Cazuela. 

 

Continuará……………………………………………………………………………………..