Románticos del mundo,
sobra que os diga lo letal
de las efímeras vivencias
que inevitablemente hemos de volcar
en el baúl de la melancolía.
No obstante, siempre logramos intuir la llama
de la esperanza incandescente
en otra mirada regalada,
en otra pieza que volvemos a escuchar,
en otro de nuestros recuerdos encendidos,
alimentos del alma sombría, expectante.
Es complejo este sentir de la brevedad,
del instante fugaz y perdido para siempre
junto a la extraña sensación
de haber gastado el tiempo y la energía
tras pequeñas migajas a extinguir
dadas por ella,
expandidas por mí.