Ahora entiendo
el miedo visceral
de Neruda;
el terror de saberse
hombre y poeta.
Más allá de los versos
y de la filosofía,
de los dioses y los demonios;
en las entrañas rojas
de estos fantasmas
resuena un eco
de espanto
que los confirma
como sombras;
sombras que se pierden
en el agua oscura
de los tiempos.