Sir Frido D\'Antuna

La otra no.

Por eso siempre preferí que me atendiera ella, la otra no, aquella era muy seca y siempre estaba con la nariz metida en sus facturas y carpetas de muchos colores, o con la barbilla dentro del monitor o sonriéndole a su celular, un Nokia Lumia, de carcasa rosada.

Nunca oí que me saludara.
Ni un gesto siquiera alzando los ojos negros detrás de sus espejuelos enormes, que por cierto, tenían una pata desajustada.
Por eso prefería llegar al escritorio de ella, al de la otra no; además, casi siempre con ese cabello planchado cubriendo su rostro como para no ver a nadie, o para mirar pero, de soslayo sin que la vieran.
No sé, nunca me ha llamado la atención una persona así tan seca, de esas que no les interesa relacionarse y ser agradable, al menos, con sus clientes.

Por eso estoy aquí, indeciso, mirando los estantes sin saber exactamente qué vine a buscar.
Yo siempre preferí que me atendiera ella pero, no está, ha salido de vacaciones…

Y la otra, con su pelo planchado, lo ha quitado de sus ojos con un gesto sensualísimo y se ha quitado también los enormes espejuelos (que ya le cambió la pata) y me sonríe y me mira, como si yo fuera su cliente.

Quitumbe, 20 de nov 2015.