La plaza estaba llena de muchachos jóvenes, cuando más se enreda el amor y la pasión. Ellos, Humberto de la Paz y Zoila de la Cruz, tomaron una mesa y se sentaron a conversar. Hablaron de todo, se sinceraron uno al otro, cuando de repente, llegó Fabio Cazuela a la plaza, pero, ellos nunca se vieron en la plaza. Hubo un altercado entre dos gentiles, y por eso no se ven, Fabio Cazuela se encontraba del otro extremo de la plaza. Cuando llega Gertrudis, la tía de Zoila de la Cruz. Gertrudis era una tía, que vivía junto a Doña Ramona y Don Gregorio, hermana de éste, que quedó solterona desde muy joven en la vida y él, Don Gregorio la mantenía en su hacienda, pues, no tenía nada. La Tía Gertrudis, ésta sí, que vé a Zoila en la plaza junto a Humberto, y éste le dice que mirara a su tía bailando junto a los jóvenes. Zoila de la Cruz no era tan suelta ni vivaracha como su tía Gertrudis. Se sintió como de dos o tres años mayor que ella, cuando no salió de la mesa ni bailó con Humberto ni con nadie. Y Fabio Cazuela yá se había marchado compró un licor para tomar en su choza y tratar de olvidar el recuerdo de Zoila de la Cruz. Cuando en el presente, se debió de alterar el cometido de luces clandestinas en aquella plaza donde el amor reinaba a tutiplén. Pero, ella, Zoila de la Cruz, iba por conveniencia a disfrutar algo que nunca disfrutó junto a Fabio Cazuela. Y se tomó un trago de licor para tratar del olvidar a Fabio Cazuela, pero, lo que hizo fue emborracharse y quedar ebria toda la noche. Humberto la observa y ella, en voz baja dice su nombre, el nombre de Fabio Cazuela. Cuando en la mañana ardió el deseo de la resaca de haberse emborrachado tanto la noche anterior. Y Zoila de la Cruz, una jovenzuela, que quizás, en el retracto de lo cometido no salió airosa dentro del aquel amor que amó con todo el corazón. Cuando en la manera de atreverse a desafiar el instante en que el alma se enfrió un tiempo sin tiempo, cuando en el alma se electrificó un por qué. Y la Tía Gertrudis, sólo era una solterona que no debía de entretejer el camino sin un destino frío. Cuando en el tiempo, sólo en el tiempo, se debió de creer en la eterna salvación de la Tía Gertrudis con Fabio Cazuela. Pero, todo volvió a la normalidad, cuando volvió a ser como la mañana fría y sin temor ni ansiedad, cuando en la mañana se debió de creer en el ambiente frío, de tener el desastre de vivir sin él, sin Fabio Cazuela. Cuando en el rencor y el odio se debió de obtener el sabio desafío en saber que el amor se debía de amarrar como atar en el corazón su latido. Y así era Zoila de la Cruz, que amaba a Fabio Cazuela, con todo su corazón y con todo su amor. Y Humberto de la Paz, era un hombre anónimo, cuyo desenlace era de amar y de casarse con Zoila de la Cruz. En contra del desafío continuo, se dió lo que más se debió de creer un cruel desenlace, cuando en el ámbito se creyó en un mal momento. Y era Zoila de la Cruz, la que amaba a Fabio Cazuela, y Fabio Cazuela, aún también borracho de la noche anterior cuando quiso olvidar con licor a Zoila de la Cruz. Pero, aún no quedaba como un derrumbe total dentro del cometido del amor, que dentro del corazón existe una manera de ver y de razonar con el corazón y con sus latidos. Y así lo hacía Zoila de la Cruz, con su amor Fabio Cazuela. Si se debió de creer en la forma de saber que el destino es frío, como la piel misma un sólo invierno. Cuando en la forma de ver y de creer en el alma, se debió de amar más la manera de ver el cielo sin tormenta. Pero, le cayó como un huracán sin destino y sin rumbo alguno que le partió el alma. Y como bomba sin estallar fue ese amor, que el dió la forma de amar con el mismo coraje del propio corazón. Cuando fue que el silencio se debió de creer en el alma con la luz a ciegas, pero, el destino era de otra manera y forma. Y sus padres Doña Ramona y Don Gregorio, sólo querían casar a Zoila de la Cruz con Humberto de la Paz y que fuera ella feliz. Cuando el amor lo tenia y lo llevaba muy dentro del pecho y en el mismo corazón.
Continuará………………………………………………………………………………..