Intentaba ver el mundo
a través de una copa,
de dos, de tres...
Perdí la cuenta
y a lo largo del día
se fue añadiendo más espuma
al cristal que acariaba
con mis ojos
en esas horas caprichosas
de ida y vuelta en las que nunca
pasa nada
o se vuelven todas del revés
si a la mitad de un trago
le preguntaras a tu cerveza
por qué el amor
se mueve siempre a solas
bajo los pies
y tarda tanto en levantar
su vuelo .