El comportamiento de su mirada
la exponía a sentimientos fantásticos,
a ilusiones dulces y placenteras en el
fondo de su calma inmaculada.
Todo eran armonías en senderos luminosos.
Sensaciones de optimismo,
templanza de paz profunda
en su sonrisa indeleble...
La nostalgia había huido,
el rencor ya no existía.
Esperanzas van naciendo, floreciendo,
en sus labios de ternura, de ricura,
y en los pliegues de su piel
abundancia de alegrías.
Un trastorno de emociones
van surcando los canales subterráneos
de su cordura elegante.
La inmensidad de su alma.
La tenacidad constante,
el poderio absoluto
de su conciencia efectiva...
Los aullidos del silencio
no desgarran su sapiencia.
El ardor de su prudencia espolvorea:
cariño, amor, ternura.
Vida brotando en lo más hondo de ella...