País de Plata anhelado,
mis ojos te pueden ver;
tus calles y ríos donde fluye
la sangre europea y
tus plazas donde tus héroes reposan
en cuerpos de bronce.
Mis oídos pueden escuchar
las melancólicas notas de Gardel
y los gritos de aliento a
los guerreros del balón.
Mi paladar puede saborear
el contundente dulzor
de tu oro color caramelo
y tus piezas asadas de lo
que una vez fue parte
de tus campos fértiles.
Quiero imaginar tu paraíso
al sur de la esfera,
donde se te congela el alma
y respiras el verdadero aire.
Flamante País de Plata,
sé que me estás esperando.
Que no eres solo un sueño
sino el despertar de una
pesadilla mortal.