En medio del jardín está la fuente,
fuente pálida y silenciosa;
cerca crece el jazmín y la rosa,
el naranjo en flor y el limonar acescente.
El camino polvoriento de la tarde,
bajo el claro sol del día,
conduce al río que fluía
por el campo; hoy sobre él arde
el recuerdo de un vivo huerto,
donde soñó el corazón yerto
de un poeta, una noche de blanca luna,
con la virgen de mirada cervuna.
Allí vio pasar la saeta
del amor rutilante,
y se impregnó del numen, el poeta,
del numen del verdadero amante.