Cuando temprano nos unió el azar,
amarla fue mi verbo y mi alegría;
soñada musa de mis fantasías,
alondra frágil de dulce volar.
Alma tan pura que me hizo vibrar,
sutil encanto y excelsa armonía;
un astro de luz en aquellos días,
cual blanca estela grabada al pasar.
Aquél ayer sólo dejó nostalgia
que ahora retorna a mi evocación;
grato recuerdo de dulce fragancia.
Añoranza que fluye a mi razón
sin mínimo reparo en la distancia,
volviendo a estremecer mi corazón.
Jorge Horacio Richino
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