Llegó tardíamente tu luz tan hechicera,
trayendo con su rayo, de amor, su quinta esencia;
y vino cuando el alma ya tiene la dolencia
del sueño que marchito, de pena se muriera.
Llegó tardíamente tu fresca primavera,
en medio del ocaso que nubla mi existencia,
igual qu tarde triste, que pierde incandescencia
por esas nubes grises, que cubren la pradera
Observo de tus ojos, su luminoso brío,
lo mismo que luceros que lucen refulgentes
al par de luna llena, que alumbra la laguna.
Mas en mi otoño aciago, cubierto por hastío,
quedaron esas huellas de engaños tan hirientes,
que dejan esperanza sin ilusión ninguna.
Autor: Aníbal Rodríguez.