Que fácil me es despedirme de ti,
pero cuán difícil me es de verdad dejarte ir.
Me queda nada más tu recuerdo;
el recuerdo de tu sonrisa,
plasmado en mi mente
como escrito con tinta indeleble.
Me queda nada más tu recuerdo;
tu ahora inaudible voz en mi mente,
tu inaudible voz
que curaba mis males;
qué ironía, siempre fuiste la causante de esos males.
Me queda tu recuerdo...
Y la melancolía.