Abrió la ventana de su habitación,
quería volver a respirar apaciblemente.
Sentir el aire de aquel instante
entrar por su garganta espiritual,
carcomida y sedienta por la historia
que le tocaba vivir.
El amor había escapado de su universo.
- Se había roto-
Había huido, se había escabullido
como una golondrina en las frías tardes
-del otoño-
Lloraba y su llanto era exigente...
Lágrimas que iban bajando por los
pliegues endurecidos de su piel.
Imaginaba que nunca más volvería
a besar aquellos labios,
a sentir su matizada textura
en los dedos ásperos de sus manos.
Cuando muere el amor una puerta
-se cierra-
- y otra se abre-
en los acantilados mohosos de nuestra
-infortunada tristeza-
Pero era necesario el duelo reparador...
Y él quería abrir un boquete
en el tabique de su alma desolada
-derrumbada-
-descolocada-
Por la ausencia del amor
que había marchado seguramente
para siempre de su orilla...