Anochece: preñada está la Luna
y suave el viento;
diamantes siderales
giran saltarines
en exótica danza nocturna.
Mi alma se dispersa
de estrella en estrella
y quiere detener
la expansión de los astros.
¡ Pero, cuidado! La energía celeste
es perfecta; más perfecta
de lo que sospecha el creador.
Ahora, seres alados
de ambientes paradisíacos
vienen hasta aquí
y giran en torno mío
al compás de mis suspiros.
Mi alma está ebria
de danza nocturna
y se deshace en lágrimas.
“El amor es celeste y
es prodigio divino”;
me lo dijo un ser alado
en la plateada noche del
grandioso plenilunio.