Sinus Iridum

Lo que el fuego sembró

Espiando el silencio encontré
una tierra rojiza abrazada de humo y metralla,
unos gritos que nadie escuchó
una maldad que ha nadie importó
dolor que cegó, la historia perdió
y la injusticia, venció.


Un fuego se apagó,
pero su chispa no se extravió,
la historia no se rinde,
pues aún no prescinde
de aquella musa que ha brotado
donde el corazón no fue traicionado,
acab’ados por su individualidad,
pues su nombre es libertad.